El Glosario Ilustrado de Arte Arquitectónico (2022), recoge este término y añade:
zuda
Palacio musulmán fortificado dentro de la alcazaba. Es ya de dominio público equiparar zuda con alcázar o residencia del valí o gobernador de una ciudad mora o de una demarcación del al-Ándalus más extensa, tanto en la época del califato (929-1031) como durante los reinos de taifas (1031-1492). Pero en muchos casos tal denominación es fruto de una apropiación indebida, ya que originariamente la azuda o sudda —del árabe hispano assúdd, y este del árabe clásico sudd— no era sino la presa que remansaba una parte de la corriente del río para desviarla por una acequia (todavía hoy hablamos del azud) y también la zuda o noria, que tomaba directamente el agua del cauce y la dirigía por un canal o atarjea hasta la fortaleza. Los castillos árabes más afortunados disponían de suddas, y pasaron por ello mismo a llamarse, para diferenciarse de los que no la tenían, ‘castillos de zuda’ o, por metonimia, zuda a secas. El resto de fortificaciones respondían al nombre de alcázar sin especificación alguna, y a falta de corrientes fluviales se valían de pozos y aljibes para obtener o almacenar el líquido elemento.