Vid. sumac (ct.), somagre, sumagre (pt.), zumaque, zumaquera, zumaka (eusk.), zumakea (eusk.), sumagre (gall)
Corriente Córdoba, F. (1996): zumaque: < ár. and. summáq < el. summāq < aram. sir. summāq "rojo", por el color de sus semillas.
DRAE (1884): Zumaque. (Del ár. سماق, çumac.) m. Mata de tallos leñosos, con hojas aladas, compuestas de hojuelas aserradas y por debajo vellosas. Las flores nacen en racimos. Los frutos son algo carnosos, y tiran a redondos, con una simiente de la misma figura, algo roja y astringente. Se cultiva para consumo de los zurradores, que adoban con esta planta las pieles.|| fam. Vino. Ser aficionado al zumaque.|| del Japón. Barniz del Japón. || falso. Ailanto.
Garulo Muñoz, T. (1983), es su trabajo Los arabismos en el léxico andaluz (según los datos del Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía), recoge el étimo zumaque (5.2.4.; 9.1.10.; 9.2.2.):
"Solamente en un punto de Huelva (San Bartolomé de la Torre), se documenta zumaque, pero con la forma somage. Esta variante parece haber seguido una evolución fonética popular, ya insinuada en el siglo X, frente a zumaque, que es la forma que recogen los diccionarios y documentos. Más que un préstamo repetido como piensa Neuvonen al considerar la variante zumag de un documento leonés del año 947, se podría pensar en un caso de ultracorrección teniendo en cuenta el posible carácter técnico de esta palabra, ya que es una planta que se emplea para curtir.
Eguilaz y Yanguas (1886), recoge este término:
ZUMAQUE, çumaque (Cancionero de Baena, p. 466) cast., summagre port. De سماق summác, "çumaque para curtir" en P. de Alcalá. La voz aráb. procede del arameo סמק ó סומק, que significa rojo, color con efecto del fruto de esta planta. Casiri, Marina.
Mi profesora Cabo González, A.M. (2021), en su reciente estudio El Kitāb al-Taŷribatayn ‘alà adwiyat Ibn Wāfid de Ibn Bāŷŷa y Sufyān al-Andalusī, recoge el étimo zumaque de la forma siguiente.
Summāq. Zumaque [Rhus coriaria L.]
Si las semillas de zumaque se lavan en agua de rosas y esta mezcla se utiliza a modo de colutorio, es un buen remedio contra la pústula labial. Las hojas de zumaque, usada de cualquier forma, retienen el vientre, y a modo de cataplasma sobre el vientre de los niños, también se los retiene. Si cociendo las hojas del zumaque se les extrae el jugo y se deja espesar hasta que adquiera consistencia, fortalece los órganos e impide el aflujo de humores hacia ellos. Es muy eficaz, sobre todo, para evitar que los humores vayan a los ojos. Estas mismas hojas mezcladas con agua de llantén y untadas sobre las úlceras malignas, en cualquier parte que estas se encuentren, las seca. Utilizadas a modo de cataplasma sobre el ombligo y el nacimiento del pene, remedia la incontinencia urinaria provocada por la flojedad de los músculos.
Córdoba de la Llave, R. (2009) en su artículo, sumamente interesante, El zumaque, planta mediterránea, curtiente y tinte en la España medieval, nos expone un exhaustivo estudio del zumaque y su proliferación en la Península Ibérica:
El nombre zumaque (Rhus coriaria), sumach (catalán) sumac (francés), summaco (italiano), procede del arameo summaqa (rojo oscuro), ya que los frutos de este arbusto tienen un bello color rojo o púrpura oscuro, pero parece haber llegado a las lenguas europeas a través del árabe summaq ya que desde el siglo X pueden documentarse en al-Andalus las formas zumake (922), zumag (947) y zumach (1002). Su nombre científico procede del nombre de la planta en griego (rhous) y el coriaria de la especie se refiere a su uso para curtir (corium, cuero en latín).
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El zumaque es una planta que se adapta bien a todos los terrenos, sean éstos rocosos, superficiales o calcáreos. Es poco exigente en cuanto a suelos y con una perfecta adaptación a las condiciones climatológicas de muchas zonas del sudeste español. Estas dos características permiten que se use para la protección de laderas con alto grado de erosión y para la restauración de suelos degradados, pudiéndose intercalar en aquellas repoblaciones de laderas con pendientes moderadas. Y lo hacen igualmente apto para repoblaciones de montes quemados, puesto que sus raíces y partes bajo tierra subsisten con éxito el paso del fuego y se regeneran con rapidez y son capaces de colonizar tierras cubiertas por cenizas mejor que otras plantas...
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Aunque el zumaque se ha explotado casi siempre en estado silvestre, mediante recolección en las zonas de bosque mediterráneo, se trata de una planta que permite ser cultivada con facilidad. Su propagación por semillas está comprobada y entre los diversos procedimientos estudiados para favorecer la germinación, el mejor de los conocidos sigue siendo el transplante de plantones enraizados procedentes de otras plantas... Su alto contenido en taninos hace innecesario el uso de cualquier tipo de insecticida. Con aporte hídrico localizado, si se considera necesario, se observó una mínima proliferación de malas hierbas. Una vez establecido el cultivo, las tareas de laboreo son mínimas, quedando reducidas a un abonado, coincidiendo con el inicio de crecimiento de la planta.
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Las materias curtientes vegetales, como el zumaque (casca, arrayán o bayón) apenas necesitaban preparación tras ser extraídas; el proceso se iniciaba mediante la cosecha de las hojas, su lavado para eliminar los restos de polvo y suciedad, su picado y y posterior secado en las eras.
Una vez secas y limpias, las hojas eran trilladas, aventadas y trituradas en alfarjes o piedras de moler para dejarlas reducidas a polvo, ya que cuanto mayor fuera la finura de las partículas mejor se aprovecha el tanino en ellas contenido. La importancia de que el zumaque fuera bien molido se manifiesta en diversos contratos de recolección como el que Juan Fernández, recuero, vecino de Santolalla de la Sierra, firmó con Fernando Gavilán, curtidor, vecino de Sevilla en la collación de San Nicolás, para la venta de 23 arrobas de buen zumaque «verde y bien molido», a precio de 16 mrs. cada arroba. También los frutos del zumaque —pequeños, redondos, de 10 mm de diámetro, cubiertos de pelo y que se conservan bien libres de luz y aíre se secaban y trituraban hasta formar un polvo rojo oscuro; se podían secar, triturar y emplear en cocina, o bien macerarlos en agua caliente y emplear su jugo en forma similar a como de hace con el zumo de limón.
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Aunque en diversos lugares de Europa esta documentado el uso de la energía hidráulica para mover los molinos de corteza desde el siglo XII, en Castilla la aplicación del agua para este cometido parece haberse difundido algo más tarde; a mediados del siglo XVI se conoce ya la existencia de un molino hidráulico de zumaque en Granada, situado en el Darro bajo el puente del Carbón, y están bien documentados algunos de los que funcionaron en la Península durante los siglos XVIII y XIX. La importancia adquirida por el zumaque se debe, sobre todo, al alto contenido en taninos presentes en la hoja. Los taninos son compuestos que poseen numerosas aplicaiones industriales y, aunque debido a su capacidad de acomplejarse con la piel se utilizaron principalmente en la industria de la curtición, se registra su uso eventual como materia tintórea. Sus hojas y frutos tuvieron aplicaciones en gastronomía como especias. Y como los taninos destacan también como antimutagénicos, antiinflamatorios y antioxidantes, el zumaque fue muy valorado en farmacología y cosmética. En medicina, se usa hoy como astringente y antidiarreico. La decocción de la corteza ha sido empleada en el tratamiento de la gonorrea, leucorrea, diarrea, disentería y escrófula. Aplicada externamente, el polvo de la corteza de zumaque es un excelente antiséptico para el tratamiento de ulceraciones y heridas infectadas. Las frutas se usan en infusión para el tratamiento de infecciones de la boca y garganta y para hacer gargarismos. Entre sus usos medicinales destacan las propiedades diuréticas y para reducir la fiebre y, en el Próximo Oriente, se usa como jarabe para calmar dolores de estómago. Las propiedades antibacterianas del zumaque también han sido comprobadas científicamente.
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Ibn al Awwan hace referencia a su empleo en alimentación en la España musulmana, pues con las bayas o con el jugo de las hojas se preparaba la famosa summaqiya, y también como materia panificadora, tomando como fuente la Agricultura Nabatea...el mismo texto menciona su uso como ingrediente para el adobo de los nabos...
Por influencia árabe, su empleo llegó a la cocina cristiana en diversas zonas de Europa durante la Baja Edad Media.
García Valdés. M. (1998) en su traducción de "De Materia Medica" de Dioscórides, presenta este término de la siguiente manera: